“Dos caminos divergian en un bosque y yo – yo, tome el menos transitado, y eso hizo toda la diferencia.” Robert Frost (1874 – 1963) Poeta estadounidense

Yo soy un viajero experimentado y he vivido en el extranjero durante casi 20 años de mi vida. Durante todo ese tiempo, ya sea estudiando o trabajando en el extranjero, siempre mantuve mi residencia en los Estados Unidos. Me encanta Europa Central, y pensé en retirarme allí un día, pero los precios de las propiedades y los requisitos de residencia hicieron ese sueño imposible para mí. Yo también estaba cómodo en mi país de origen y con el statu quo. Luego, en 2008 tuve una epifanía. Mi madre acababa de morir, a la edad de 63 de un cáncer. Esto me hizo reflexionar mucho sobre mi propia vida. Había visto la tasa de interés de mis ahorros del banco caiga cada año de casi el 7% hasta el punto en que un certificado de depósito por un plazo de un año tenía una tasa de interés de sólo 2%, inferior a la tasa de inflación. Me di cuenta de que mis ahorros de jubilación estaban a merced del Banco de la Reserva Federal, y que a menos que yo estaba dispuesto a apostar mi dinero duramente ganado en el mercado de valores en Wall Street, iba a seguir perdiendo dinero teniendo mis ahorros en un banco.

Durante las vacaciones de ese año mi novia y futura esposa estaba en el proceso de comprar un lote de 30m x 12m en la pequeña ciudad de Atyra por $ 1.200. Ella me llevó a ver la propiedad, y en el camino de regreso a Asunción, vimos una propiedad de 3 hectáreas (300m x 100m) a la venta por $ 7,500. Más de 7 acres de nivel y tierra fértil, con conexiones de agua y electricidad, a 600 metros de la carretera principal de asfalto en un hermoso lugar para 7 mil dólares? Me lancé a la oportunidad. La compra se realizó sin ningún problema, y luego otra oportunidad se presentó. Una casa que me gustó mucho, que en la misma calle que mi propiedad puso a la venta. Tenía una gran plantación de mango y un muy bonito jardín. Yo nunca era dueño de una casa antes;  nunca quería sacar una hipoteca y esclavizar a mí mismo a un banco por un plazo de 30 años, y tener por todo este tiempo el estrés de un pago mensual de la hipoteca. Pero el precio de esta hermosa casa estaba a mi alcance, y vi la oportunidad de mejorar mi vida.  No más alquiler. Posesión de mi propia hogar y un menor costo de vida me esperaban en Paraguay. No más guardando mi ahorro en un banco, para que el banco gane intereses prestándole mi plata a otros yo gano nada en el proceso. No más ahorrar para una jubilación que inclusivo tal vez no viviría suficiente años para recoger. Decidí tomar más control de mi vida y mi futuro; Compré la casa, y nunca he mirado atrás.